martes, julio 21, 2009

Los Bersuamish


Las nubes se deslizaban lentamente sobre un cielo gris que se replegaba por toda la planicie en una desolada inmensidad. Ahí inmersos en una polvorienta nube de arena caminaban los viajeros.
La caravana se desplegaba en un montón de ropajes viejos y andrajosos que se movían en fila recta por las dunas. No eran más de diez hombres y unos cuantos camellos. Y si los observabas con determinación podrías ver entre sus mantas los pequeños agujeros que habían hecho para poder observar el polvoriento paisaje y para poder seguir su rumbo.

Eran hombres que desaparecían a cada paso que se adentraban en el desierto. La fuerte ventolera iba borrando cada huella que dejaban a cada paso, asumo que era esta la razón por la cual mantenían la calma y seguían su rumbo sin mirar hacia atrás, era eso o sentarse a ser enterrado por la arena.

Cuando llegaron a las puertas del Caos los estaba esperando, los antiguos me habían encomendado en el décimo año de mi viaje, la misión de hacerlos cruzar las puertas a salvo. No querían que los Nagash los volvieran locos al devorarles las almas en sueños. No dijeron mucho, mas que tenían alguna especie de ofrenda que entregar a las tribus del Sur. Yo que les debía un par de favores acepte.

Al verme arriba de mi camello en las proximidades de las puertas, se alarmaron, pero les mostré el brazalete de los siete sellos, emblema de los antiguos, y se tranquilizaron. Luego se me acerco uno de ellos, Bhansali dijo que se llamaba, era el más viejo de todos y el líder de la caravana. Estaba envuelto en ropajes andrajosos y tenía un turbante en la cabeza que le llegaba hasta la proximidad de las cejas. Me pregunto si podríamos llegar hasta el otro lado en tres días. A lo que le respondí que si los Varenst se apiadaban de nosotros quizás lo lograríamos. En marcha entonces me dijo y comenzamos nuestra peregrinación.

Galopábamos a pasos firmes para acercarnos antes del atardecer a las puertas. No queríamos estar ahí cuando los Nagash comenzaran a salir de sus cuevas. Les pregunte que porque tenían tanta prisa, a lo que Bhansali me respondió que llevaban el oráculo hacia las tierras del sur para cumplir una vieja profecía Bersuamish. Supuestamente una gran guerra se aproximaba, y las tribus debían tomar una decisión lo antes posible. Las penumbras pronto saldrían de sus escondites y ni siquiera muertos podrían encontrar la paz. “La muerte es solo un pequeño descansó entre esta vida y las próximas” me dijo y si el Gutresharm logra despertar, todos seremos devorados por la eternidad por las fauses del Bersharam y no podremos morir ni vivir nuevamente. Es por eso que te ruego que por los Varenst nos ayudes a cumplir nuestro viaje. Le respondí que así se lo había prometido a los ancianos y que así seria, pero que si quería cumplir con su cometido, tendría que cruzar las macizas por la mañana y que antes de que terminara su viaje tendría que morir. Me miro atónito, pero antes de que pudiera decir algo me apresure a seguir nuestro camino, antes de que en sus mentes las sombras de los oscuros comenzaran a atormentarlos.

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