martes, junio 17, 2008

Azufre


El sonido estridente de bocinas y alarmas de autos abandonados retumbaban sobre calles vacías y erosionadas. Mientras en el horizonte mil millones de partículas de polvo comenzaban a alejarse dejando atrás su antigua forma de edificios.

Millones de voces se convirtieron en un milisegundo en ecos de un tiempo que se detuvo por un instante para convertirse en la fotografía de caos más perfecta que el hombre jamás tomo.

Todo fue bautizado con fuego y cenizas… los metales se doblaron y las luces se apagaron.

Y mientras la nada nos envolvió, recuerdo haberte tomado la mano…
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